viernes, 17 de julio de 2009




Desde hace siglos, la cita más importante en la vida de los habitantes de las islas Feroe es la llegada de las ballenas calderón. Con la primavera, los enormes mamíferos se acercan a las costas y todo el pueblo se prepara para un día esperado durante todo el año. Cada año la población feroense pesca y se alimenta de 1000 cetáceos de 2 a 5 metros de largo. La carne de calderón supone aproximadamente una cuarta parte de su consumo total de carne.


El sacrificio de las ballenas es bastante sangriento, y muchas personas piensan que matar las ballenas no está bien. A menudo se producen enfrentamientos entre los activistas y los feroenses cuando se realiza la pesca de ballenas. Pero los feroenses no entienden por qué gentes de todo el mundo piensan que lo que hacen está mal. Ellos dicen que es una tradición muy antigua, y que la población de calderones no está amenazada. La imagen del mar teñida de rojo y la matanza al aire libre, ante la vista de todo el mundo, es una imagen que en pleno siglo XXI sigue golpeando la conciencia de los ciudadanos de otros países y de grupos conservacionistas de todo el mundo. Pero aquí, en las Feroe, esto es parte de su vida. Así, lo explica Jakup Andre Mohr, director de la cacería: "El ciudadano europeo compra la carne congelada, en un trozo de plástico y la meten en el congelador. Pero naturalmente el animal, cuando lo matan, ha tenido que sangrar; lo que pasa es que esto no lo ven”.

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