miércoles, 11 de junio de 2008

Conservación


Para muchas personas la conservación de la Naturaleza se define por conceptos negativos, que le restan posibilidades de acción efectiva y simpatía en ciertos círculos. Así, los conservacionistas pasan por ser "los que se oponen a..." infinidad de cosas, entre las que suelen incluirse algunas "esenciales" para el desarrollo. Suele creerse que presentan trabas para la industria y para todo aquello que signifique actividad humana en ambientes naturales.

Ocurre que el conservacionismo ha pasado por distintas etapas, algunas más visibles que otras, hasta convertirse en una actividad solidaria con el desarrollo tecnológico y tendiente al mejoramiento integral del hombre. Esta concepción todavía no ha tenido suficiente difusión. La historia del conservacionismo puede dividirse en tres períodos. Primeramente apareció la preocupación de algunos grupos por proteger la Naturaleza, con más apasionamiento que bases técnicas. La acción de estos primeros "proteccionistas" fue en general de oposición abierta al desarrollo tecnológico. En lugar de intentar soluciones para los problemas y preverlos, se pretendió evitar de raíz el crecimiento. Hoy nos parece obvio que la calidad de vida del hombre depende en gran medida de los progresos de la técnica y que es la misma tecnología la que debe esforzarse por producir soluciones (filtros, reciclo de desechos, aislación sonora, aumento de eficiencia...).

Muchas veces el impulso primario de personas sensibles se ubica en este nivel y cada tanto aparecen grupos que gastan energía en campañas alejadas de la realidad. "Si una fábrica echa humo: ¡que cierre la fábrica!". Por motivos sociales y económicos esto no es posible ni deseable. El esfuerzo que se requiere es el de ver la forma de que ese establecimiento aumente su producción mejorando su tecnología, de manera que con mayor eficiencia su actividad no provoque consecuencias negativas. Poco favor hacen al conservacionismo estos apasionados proteccionistas, pese a sus muy buenas intenciones. En una segunda etapa se fueron incorporando conocimientos científicos sobre problemas ambientales, que sufrieron una evolución drástica en este siglo. En principio se mantuvo el criterio divisionista de las ciencias exactas y morfológicas clásicas, aportando mucha información parcial, que resultó poco práctica y difícil de integrar. La acción de los proteccionistas no se modificó demasiado. Entre los tecnócratas y los defensores de la Naturaleza se crearon hostilidades y prevenciones cuyas consecuencias aún sufrimos. Ambos grupos coinciden en que el humo es consecuencia inevitable del desarrollo y, a partir de ahí, adoptan posiciones antagónicas. La experiencia indica que en los países con mayor desarrollo es donde la legislación sobre contaminación es más severa y donde las fábricas liberan menos desechos. El humo no es un símbolo de desarrollo, sino un síntoma del subdesarrollo.

A partir de la Segunda Guerra Mundial se produjo una renovación muy grande en las ciencias, particularmente en la Ecología. Se incorporaron conceptos derivados de la Teoría General de Sistemas y, a través de los medios de la Informática, se llegó a una concepción holística: la suma de las partes no es igual al todo. Cada estructura natural es un conjunto organizado, un sistema complejo, cuya comprensión no se logra fraccionándolo, sino estudiándolo como una totalidad. El nuevo enfoque de la Ecología (que ya cuenta con unos 40 años de evolución), incluye al hombre y sus obras dentro de esos sistemas complejos. La actividad del hombre participa en la dinámica de los ecosistemas como un factor poderoso que debemos aprender a regular para que incida sobre los ambientes naturales en la forma menos agresiva posible. Ya no se trata de proteger una Naturaleza ajena al hombre, desde una posición superior, sino de mantener la habitabilidad de nuestro medio, como forma de sobrevivir y lograr al mismo tiempo el rendimiento sostenido de los recursos naturales.

Aquel altruismo de los proteccionistas pasa a convertirse en una actividad práctica, en contacto con la realidad. La causa es la misma: conservar la naturaleza. La metodología cambia porque ahora se ve más que nunca la necesidad de una tecnología de avanzada como inversión para un futuro digno. A veces escuchamos a personas que, por sus actividades, creen estar muy alejadas de los principios conservacionistas y temen ser rechazados o atacados por ser, por ejemplo, cazadores, industriales, leñadores, etc. Tal vez sólo conocen la etapa romántica, de proteccionismo emocional. A través de la investigación científica y la educación persigue un objetivo fundamental: lograr una ética del desarrollo.

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